Hay cuatro razas formidables en
Total War: WARHAMMER.
El Imperio representa el último bastión de la humanidad. Desde que Sigmar, el dios mecenas eterno y creador del Imperio, unió por primera vez a las primitivas tribus humanas, la nación ha tenido que luchar por su supervivencia en un estado de constante vigilancia. El Imperio es el faro para toda la sabiduría y cultura humanas en un peligroso mundo. Su luz está completamente rodeada de fuerzas de la oscuridad que amenazan constantemente con extinguirla. Karl Franz, el Emperador recientemente elegido, es proclamado por sus seguidores como el heredero de Sigmar. Ven en él al hombre merecedor de empuñar el Warhammer y de llevar el título de Emperador, en su día ostentados por el poderoso dios-guerrero. Alguien que puede unificar el Imperio y finalmente derrotar a sus enemigos, tanto a los exteriores como a los de dentro.
La Montañas del Fin del Mundo se elevan por encima del mundo en una serie interminable de picos escarpados. Bajo estas cumbres nevadas, los Enanos han excavado en los cimientos del mundo, esculpiendo minas y salas para crear un reino al que llaman Karaz-Ankor o el «Reino Interminable». Los Enanos son más bajos y fornidos que los Hombres, y son conocidos por sus anchas espaldas, sus magníficas barbas y su tenaz resistencia. Son resentidos. Se regocijan en el rencor y en su vocabulario no existe la palabra perdón.
Los Pieles Verdes forman la fuerza más bárbara y prolífica del Viejo Mundo. No se trata de una sola raza, sino de una conglomeración de subrazas más pequeñas unidas por su mentalidad violenta, su falta de inteligencia y su sed de sangre. Los Pieles Verdes no tienen forma de gobierno conocida y se rigen por la ideología de la ley del más fuerte, lo que lleva a un férreo poder a los más repugnantes y escurridizos. La variedad y versatilidad de los ejércitos de Pieles Veres y la fuerza bruta de sus guerreros equilibran su falta de inteligencia y diplomacia.
En las tierras abandonadas de Sylvania, se unen los batallones no muertos de los Condes Vampiro. La presencia de los muertos vivientes es una perversión contra el mundo, ya que, según se expanden, transforman las tierras que ocupan. Las tenebrosas tinieblas que los vientos no consiguen disipar, los árboles que se retuercen y se desploman de forma agónica y la oscuridad envolvente de perpetuidad sobrenatural anuncian su avance. Todo se estremece ante los maestros no vivos de Sylvania, pues son una blasfemia contra la naturaleza y la razón. Aquellos que se atreven a detener su implacable embestida pronto aprenderán que hay destinos en este mundo mucho peores que la muerte.