Otto von Bismarck, el gran estadista apodado el "Canciller de Hierro", fue una figura muy importante en la unificación del imperio alemán en 1871. Tras guiar a su país durante la guerra con Dinamarca, Austria y Francia, el establecimiento del imperio trajo una nueva era de paz y prosperidad. Con ella llegó un auge en la construcción de vías, unificando el imperio a través de la política y el transporte. Aun así, Bismarck, después de haber perdido el apoyo de su emperador y de buena parte del país que él había ayudado a construir, fue obligado a dimitir.
Esta persona fue anteriormente un dúo dinámico famoso por hacer felices a millones de personas al crear algunas de las series de juegos más queridas del mundo. No obstante, el éxito de esta pareja no hizo más que acrecentar su ambición… Pronto empezaron a experimentar con el viaje en el tiempo en un intento de curar el síndrome de "un turno más", un estado de atemporalidad que afecta a los que les molan de verdad los juegos de estrategia. Ambos se metieron en su prototipo de máquina del tiempo, pero solo un hombre, que encarnaba lo mejor de dos mentes brillantes, salió a la edad de oro del ferrocarril.
Isambard Brunel empezó su trabajo como ingeniero junto a su padre, diseñador del túnel del Támesis, antes de establecerse por su cuenta, diseñando varios puentes y buques de vapor a lo largo de su carrera, como el enorme vapor Great Eastern. Nombrado ingeniero jefe del Great Western Railway, Brunel ayudó a construir el sistema ferroviario distintivo de vía ancha, que creía superior a las vías estándar en comodidad y capacidad de carga.
Financiero en sus inicios, Jay Cooke no solo consiguió millones para sí, sino también casi dos mil millones de dólares para la Unión durante la Guerra Civil gracias a anunciar ingeniosamente sus bonos de guerra. En la década de 1870, tras la guerra, Cooke comenzó a trabajar en su Ferrocarril del Pacífico Norte. No obstante, la construcción sufrió numerosos retrasos y forzaron a Cooke a declararse en bancarrota, causando una depresión de escala nacional que se conoció como el Pánico de 1873.
Para Charles de Gaulle, la velocidad era esencial. Un soldado de carrera, de Gaulle fue uno de los primeros en defender la mecanización de las fuerzas francesas antes de la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, de Gaulle fue puesto a cargo del Gobierno provisional francés, pero dimitió más tarde debido a su descontento con la nueva constitución del país. Pero cuando su país lo volvió a necesitar, de Gaulle volvió a la presidencia, transformando Francia en una nación moderna e independiente. Su esfuerzo de rediseño de París llevó a la creación del sistema de trenes subterráneos de París, el RER.
En una época de hombres de negocios callados y reservados, "Jubilee Jim" Fisk fue un advenedizo rebelde. Habiendo decidido que la escuela no era para él, Fisk tomó diversos caminos, entre los cuales estuvo escaparse con un circo, antes de abrirse camino en Wall Street. En conjunto con Daniel Drew y Jay Gould, Fisk convenció a Cornelius Vanderbilt para que gastara cantidades exorbitantes de dinero intentando comprar la Erie Railway, pero se la arrebató de las manos en el último momento. Aunque su comportamiento exagerado pudo haber sido la fuente de su éxito, también fue la razón de su perdición: fue asesinado de un disparo por un socio de negocios, Edward S. Stokes, durante una disputa por una corista de Broadway llamada Josie Mansfield.
"Tiene el toque de la muerte", declaró Daniel Drew sobre su antiguo socio, Jay Gould. Conocido como uno de los más astutos barones ladrones, Gould se labró un nombre como despiadado especulador. Como presidente de Erie Railway, Gould desvalijó a la empresa de sus beneficios antes de perder el cargo debido al escándalo de sus manipulaciones. Cuando la edad y la enfermedad se cebaron en Gould, se fijó en el oeste, comprando muchas acciones de la famosa pero mal dirigida Union Pacific Railroad. Pero lo que se esperaba que fuera otro desvalijamiento y huida resultó ser un interés sincero por aliviar las penas de Union Pacific; Gould modernizó y amplió el anteriormente abandonado ferrocarril.
El conglomerado del carbón del empresario canadiense Jim Hill dio al llamado "constructor del imperio" un interés específico en hacer que Norteamérica se cubriera de vías de costa a costa. Invirtiendo en St. Paul & Pacific Railroad, Hill expandió la línea, poblando sus rutas con colonizadores e industria. Hill, con un gran hambre de expansión, organizó una de las vías transcontinentales de más éxito jamás construidas y unió fuerzas con algunos de los inversores más astutos de la época, como J. Pierpont Morgan.
George Hudson, el "rey de los ferrocarriles" de Inglaterra, era hijo de acaudalados granjeros, e inició una exitosa carrera como vendedor de telas antes de convertirse en un gran inversor y defensor del North Midland Railway, convirtiéndose posteriormente en el director del próspero sistema ferroviario. Utilizando a partes iguales su perspicacia y sus maquinaciones, Hudson acabó controlando un tercio de las líneas de ferrocarril británicas. Pero cuando se conocieron las investigaciones de las finanzas de Hudson, la confianza en su negocio decayó, llevando al "rey" a una quiebra que le destronó.
Helmuth von Moltke el Viejo (no confundir con su sobrino "el Joven"), genio militar y entusiasta del ferrocarril, fue Jefe del Estado Mayor del ejército prusiano durante treinta años. A lo largo de una distinguida trayectoria al servicio de ni más ni menos que tres emperadores alemanes, fue pionero en el uso del ferrocarril para la movilización militar y la logística, convirtiéndose en uno de los primeros directores del ferrocarril Hamburgo-Berlín. Enamorado de la velocidad y la fiabilidad de los trenes en tiempos de guerra, Moltke el Viejo creó en los últimos años de su carrera el Departamento de Ferrocarriles, una rama del Gran Estado Mayor que supervisaba el avance y gestión ferroviarios con fines militares.
J. Pierpont Morgan, siguiendo el ejemplo de su acaudalado padre financiero, pasó a ser uno de los inversores más importantes de la historia americana. Cuando la locomoción se convirtió en la clave de la economía, Morgan hizo de conexión entre los ferrocarriles que buscaban inversiones y los inversores mismos, además de ser miembro del consejo de la famosa New York Central. Desde vender rifles anticuados al ejército de la Unión hasta salvar a los Estados Unidos de la depresión, la habilidad de Morgan como hombre de negocios, independientemente de lo cuestionable que fuera su ética, es innegable.
El emperador Napoleón III, nacido Charles Louis Napoleon Bonaparte, se hizo con el control de la corona francesa tras acabar su mandato. Con el nacimiento del Segundo Imperio Francés, el nuevo nivel de prosperidad y modernización tuvo un coste elevado: la libertad de los ciudadanos. Parte de esta modernización fue una rápida ampliación del sistema ferroviario francés, que pasó de ser casi inexistente a tener casi 11 000 millas en solo treinta años durante el reinado de Napoleón.
Conocido por su obsesión por los grandes proyectos y la despreocupación por la vida de sus súbditos, el zar Nicolás II fue el último monarca ruso. Contribuyó a la creación de la afamada vía transiberiana y a un aumento en la producción rusa de carbón y hierro, gracias en gran parte a su astuto ministro de economía, Sergei Witte. Aun así, debido a sus duras reacciones al malestar creciente de los trabajadores de su país y a su escasa compresión de los ciudadanos, Nicolás fue asesinado durante la revolución bolchevique de 1918.
Miembro de la famosa familia de banqueros, el barón James Mayer de Rothschild fue uno de los financieros más prominentes de Francia. Tras la llegada al poder del rey Luis Felipe, sus préstamos ayudaron a asegurar las finanzas de la nueva monarquía constitucional y a sedimentar la paz entre Francia y Austria. Rothschild también ayudó a pagar muchos de los proyectos de prosperidad del sucesor de Luis Felipe, Napoleón III, lo cual fue decisivo para la expansión de la red ferroviaria continental.
George Stephenson tuvo una inclinación por la maquinaria desde joven y se convertiría en uno de los primeros y mejores diseñadores de locomotoras de su época. Responsable del diseño del primer sistema ferroviario de vapor británico, el Stockton & Darlington Railway, Stephenson se labró en toda Gran Bretaña la reputación de ser el padre de los ferrocarriles. Junto con su hijo Robert, los diseños de Stephenson dieron paso a una nueva era en el transporte mundial.
Cornelius Vanderbilt empezó su carrera trabajando en el ferry entre Staten Island y Manhattan cuando todavía era un niño. Su insaciable ética de trabajo convirtió ese barco en toda una flota, lo que le valió el apodo de "Comodoro". Vanderbilt no invirtió en el ferrocarril hasta que tuvo más de sesenta años, pero pronto ganó reconocimiento. Adquirió en primer lugar los ferrocarriles de Nueva York y Harlem y más tarde el ferrocarril central de Nueva York para fusionarlos con otras líneas y crear así una de las líneas ferroviarias más grandes del noreste. A pesar de un intento fallido de adquirir el Erie Railway, que le hizo perder una fortuna, le quedó un patrimonio de más de 100 millones de dólares.