Ramsés, el último gran gobernante del Imperio Nuevo de Egipto, está considerado un auténtico "faraón guerrero" cuyas audaces estrategias militares solo son solo equiparables as su heroica determinación. Impulsado por el deseo de superar los logros de su homónimo, Ramsés II el Grande, dirige con rapidez e intuición, lo que a menudo aventaja a sus unidades de élite incluso contra ejércitos más grandes. El destino le llama a ocupar el trono en una época de crisis y a liberar a Egipto de una amenaza existencial inminente.
Poco se sabe del quinto faraón de la Dinastía XIX, aparte de que era el presunto heredero del rey Merneptah. Este miembro testarudo de la familia real, que se enriqueció enormemente por controlar las minas de oro de Egipto, sigue resentido por haber sido descartado para la sucesión. Recibió en su lugar un puesto de virrey en el lejano Kush, dejando atrás a su hermanastro Seti como hijo predilecto. La ambición de Amenmeses para reclamar lo que es suyo se ve reforzada por su acceso a las inmensas riquezas de Egipto. Sabio, mundano y menos distante que muchos líderes, su disposición a aliarse con extranjeros le proporciona una ventaja adicional contra sus rivales.
Tausert es una brillante política que reclamará el trono en caso de que su marido Seti se muestre incapaz de asumir las responsabilidades de la corona. Una vida dedicada a luchar contra los prejuicios la ha hecho fuerte y resistente en todos los aspectos, ya sean diplomáticos, financieros o militares. Pocos reconocen su genio, ya que la atención de la corte se ha centrado en los herederos varones, lo que puede acabar siendo un grave error. La facción de Tausert podría convertirse rápidamente en la potencia económica dominante de la región si no se le pone freno.
Como sucesor ungido de su padre, el faraón Merneptah, Seti no tolerará la inestabilidad que amenaza con debilitar el reino. Está tan cerca del poder que puede saborearlo, y solo su ferocidad está a la altura de su impaciencia. Ningún otro gobernante recurre a la batalla con tanta presteza o convicción como él, y además lo hace con la máxima agresividad. Seti reniega de la diplomacia y prefiere la guerra. Para él hay pocos problemas que no puedan resolverse aplastando a los enemigos.
La destructiva facción cananea de Irsu no ve ningún valor en la unidad y la armonía. Irsu pretende poner de rodillas a Egipto, saquear sus minas de oro y profanar el Valle de los Reyes. Es un fatalista que cree estar destinado a precipitar el fin de la gloria de Egipto. Para lograr sus objetivos, no dudará en aprovechar las desgracias ajenas, y la guerra civil de Egipto puede ser la mejor oportunidad hasta la fecha. Desinteresado por los monumentos y el legado, su visión es la ruina de Egipto y la destrucción de cualquiera que pretenda gobernarlo.
Bay es un superviviente nato y un manipulador magistral. Aparentar debilidad y simpatía para engañar a los adversarios le resulta natural. Como cananeo de baja cuna que es, comprende que el verdadero poder puede obtenerse igual de fácil mediante contactos que con las batallas. Y aunque Bay pueda optar por gobernar Egipto a través de un faraón títere o adoptar un nombre regio para ocultar su extranjería, está cansado de contemplar desde lejos el esplendor de la alta sociedad egipcia. Las recompensas por ser su aliado serán grandes al principio, pero en poco tiempo empezará a tomar mucho más de lo que da.
Se desconoce qué le sucedió al último gran rey de los hititas durante el colapso de la Edad de Bronce. Los jugadores que quieran reescribir la historia tendrán que ser ingeniosos y hábiles para unificar el imperio hitita en medio del creciente caos. Mientras le atacan por varios frentes, Suppiluliuma tendrá que lidiar con circunstancias nefastas y recursos limitados. Afortunadamente, su naturaleza honorable, sus nobles conexiones y su reputación de gran guerrero le permiten sumar a los reinos locales a su causa, y esas alianzas podrían hacerle prevalecer. Llevaría una vida feliz y pacífica de no ser por su ardiente deseo de impedir que su pariente Kurunta, a quien culpa de todos los males del mundo, ascienda al trono y traiga una catástrofe a las tierras hititas.
Kurunta es un secesionista sediento de poder con ciertas tendencias psicópatas que lleva décadas sembrando el caos en la corte hitita. Se cree el avatar de un dios y, como tal, no conoce la humildad ni el perdón. No hay ventaja que no vaya a aprovechar ni coste que no esté dispuesto a pagar, pues carece de ataduras morales y le embarga un belicismo irrefrenable. Su única ambición es derrotar a Suppiluliuma y someter a las tierras de Anatolia bajo su dominio absoluto.